La mañana se preparaba para ordenar el
día, había pensado en un tranquilo clima, a pesar de ser invierno, sería una
jornada soleada, temperatura agradable, el viento como un suave aliento, las
nubes vapor de sueños, las ilusiones a su recreo. Con este encuadre la gente se
desperezaba abriendo la ventana al futuro, a sus deseos, a crecer conforme a
sus anhelos, a fantasear que la fantasía no tiene dueño. El paso de las horas
era en procesión con pura devoción, devoción con entrega al misterio, a lo por
descubrir, un día así solo podría traer algo nuevo, distinto, a ser uno
mismo...hacía tiempo que no se tenía esa sensación, parecería un auténtico
espejismo.
Un
pájaro despistado se olvidó de trinar, de gorjear, de armonizar el silencio,
estaba tan a gusto que se había quedado dormido, se había entregado a su
solipsismo, posado ya en una rama se disculpa, aletea suavemente para
despabilarse y unirse al coro de melodías de siempre.
En
un punto de la Tierra estaba alguien que meditaba sobre el universo y la nada,
sobre el todo y el algo, sobre qué tenía al alcance de su mano, sobre quién era
y cuál era su destino, sobre la vida y el vacío, pero no era él solo quien así
pensaba, no muy distante, estaba otra persona de igual semblante...y otra...y
otra...el mundo es redondo y da vueltas y más vueltas.
Un camino, en principio sin destino, también se perdía por otros caminos, el horizonte era un laberinto de soluciones, de elecciones de todos los colores, la vocación por uno no invalidaba la inclinación por otros menos conciliadores, era un camino sin nombre, o le podía servir cualquiera, tal vez camino hacia la esfera de la arcadia o el de llegar al limbo de la utopía.
Un camino, en principio sin destino, también se perdía por otros caminos, el horizonte era un laberinto de soluciones, de elecciones de todos los colores, la vocación por uno no invalidaba la inclinación por otros menos conciliadores, era un camino sin nombre, o le podía servir cualquiera, tal vez camino hacia la esfera de la arcadia o el de llegar al limbo de la utopía.
La
cima de una nube, adornada con preludios de primavera, se fundía con las gotas
de rocío posadas en el centro de algunas estrellas, la luna, apoyada en una de
tantas esferas, meditaba sobre qué hacer, si desaparecer con la alborada o
quedarse como testigo de una jornada, tal vez, de rutina o quizá de trabajo en
plena mañana.
El
agua del río, a la vez que hacía su recorrido, daba los buenos días, a veces
sonando más fuerte, otras, amortiguando tanto su rumor que el silencio volvía
la mirada para ver qué podía pasar, para asegurarse que no faltaba nadie ni
nada que, era una falsa alarma, que la vida es así, ahora algo atribulada,
ahora bastante feliz, cosas cotidianas, cosas sencillas, cosas del todo y de la
nada.
Mañana es un día por venir
hoy lo es ya
tú también
no esperes a mañana.
Cuando
estés abatido, triste,
entorna
los ojos y duerme
duerme
sin pena
duerme
sin nostalgia
que
nada se pierde
que nada se gana.
En la biblioteca, un lector que
encontró estos escritos en las "hojas de cortesía" de un libro que
pidió para consultar, no sabía qué hacer, si borrarlos, pues estaban escritos a
lápiz, o dejarlos en el libro, hablando con el bibliotecario este le dijo:
"es tu elección, yo cuando los vi los dejé estar, se que en no mucho
tiempo volverá la persona que los escribió...no he llegado a ver quién es, pero
regresará, se que regresará pues después de cada párrafo que escribe, más
abajo, deja una marca que indica que continuará, se que tiene que decir algo
más, únicamente me preocupa el día que deje de venir...espero que solo sea
porque crea que ya lo ha dicho todo...no porque ya no esté por aquí.
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