jueves, 11 de julio de 2019

La felicidad

Iba tan cargada de sueños que le hicieron pararse a un lado de aquel camino hacia la felicidad. Ella no lo entendía, cuando se le acercaba uno de los guardianes de la vida, pensaba que no iba deprisa, "mis ensueños son tranquilos, cargados de empeños, ¿por qué me paran si no he infringido nada? se decía".
"¡Buenos días señorita! por favor, su permiso de ensoñación, últimamente no hay tanto trasiego de ilusiones, pasiones y algún pequeño requiebro como los que usted lleva. Mire no es normal ir cargada de tanto optimismo y felicidad en los tiempos que corren. He de decirle que hace no mucho nos pasó lo mismo con un niño pero, bueno, en aquel caso, se le añadía la ternura, hicimos la vista gorda y le dejamos con su aventura. Si nos dijese de algún pesar, contratiempo, malestar, algo que pueda compensar tanto bienestar. Dese cuenta que no es corriente tanto placer, la mayor parte de la gente si no sufre sí va arrastrando rémoras de disgustos, a veces añejos, otras de hace poco tiempo, entiéndalo debe tener algo de qué quejarse si no tendré que amonestarle, tendrá que enumerar sus anhelos y, si da exceso del máximo permitido, sin nada de malos agüeros, parecerá que vive en el mismísimo cielo".
Algo confusa intentó hilar aquella situación, poner en orden sus ideas, le había costado muchísimo esfuerzo colocar en un cierto escalafón sus recuerdos, es decir, olvidados para siempre los más dolorosos, en una parte estanca del cerebro otros de poco mejor asiento, y así ir ubicándolos desde los más lejanos a los próximos, siendo estos últimos los que mejor se veían, los que aparecían al momento.
Durante lo que tardan en pasar unas décimas de segundo tuvo todo un discurso interno de lo que era y de lo que fue, de sus instancias primeras en el ayer, del enorme esfuerzo por no volver a un anochecer de tiempos pasados, que tanto le había supuesto dejar de languidecer.
¿Cómo les digo que durante años, la mala suerte, el desasosiego y el infortunio fueron mis amigos, mis fieles compañeros? lo quisiera, o no, allí estaban, donde estaba yo, imposible desprenderme de ellos, me seguían siempre, eran mis compañeros fieles.
Llegué a renunciar a la expresión distendida, al beso, al abrazo a la caricia...incomprensión, razones sin sentido, agobio me amanecían cada mañana...¡que diga algo que no sea postrero! Con mucha entrega, con mucho esfuerzo, con mucha compañía, con mucho cariño y con enorme entrega hacia mí, del último al primero, he llagado hasta aquí y ahora no voy a perderlo, señor vigilante, sancióneme, no voy a renunciar al bienestar logrado gracias a los demás...
¡¡Circule, por favor, circule...y, solo esta atención le pido, nunca deje de ser, o al menos sentirse, feliz!!

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