Aunque no
sabía su nombre le llamó, el animal no obedecía, estaba obstinado en atender a
su ama, volvía a gruñir parecía como que decía
"despierta...levántate" sonidos con marcado tono de lamento, era un
animal pero mostraba sus nobles sentimientos.
Acercándose
a ella, primero echó a un lado a Trasto, después puso el envés de una de sus
manos a la boca de ella, notó que respiraba, poniendo los dedos sobre la muñeca
derecha sintió palpitaciones. Le hizo algún movimiento como de reanimación y al
cabo de poco tiempo, abrió lentamente los ojos, empezó a moverse, a intentar
coordinar dónde podía estar, qué le había podido suceder.
Él era un
hombre fuerte, hacía mucho deporte, desde que le dieron la Baja por incapacidad
laboral, siempre le preocupó una cosa, como decía en plan jocoso "si no
estoy capacitado para trabajar sí lo voy a estar para vivir" había
conseguido, con esfuerzo, tesón y en contra de todo pronóstico, no solo
contener su incapacidad sino adaptarse a vivir solo, con autonomía, valerse por
sí mismo y, además, "ponerse en forma". Llevaba años superándose,
consiguiendo nuevas metas, a hacer fácil lo difícil, a poner un rastro de
alegría en una expresión triste, propia o ajena, sabía que cada amanecer era
otra oportunidad de volver a nacer, no solo a la vida, también al optimismo, a
mirar al futuro de cada día, pues esta no era poca tarea según él: "el
mañana es lo siguiente al hoy, el ayer siempre me dirá lo que fui y lo que debí
ser, si mejor, mejorando, si algo peor, no volviendo a empeorar, el futuro es
como un hermano, te hablará del camino que él ya ha andado y te aconsejará cómo
debes hacer...ahora, depende de ti cómo actúes, probablemente será de la forma
más certera".
Habían
pasado unos minutos, a las preguntas de qué le había pasado él solo pudo,
sonriéndola, explicar lo que sabía, el comportamiento de Trasto, que desde que
su ama estaba en el, césped no se había separado de ella, después de unos
suaves lametones, era el de estar tumbado a su lado, la cabeza apoyada en uno
de sus brazos y ya con semblante tranquilo, alerta, pero sosegado, calmado, con
una expresión que parecía decir ¡vaya susto! De vez en cuando miraba también al
hombre, durante unos segundos, sin mucha imaginación se percibía que le decía
"gracias, te lo debo a ti...gracias"
Ella empezó,
primero a disculparse por lo sucedido y, después, a contarle quién era, cuál
era su historia, el por qué de vivir sola, de sus mareos, no eran habituales
pero los había tenido más veces, de hecho estaba en tratamiento, cómo había
decido tener al perrillo, a Trasto, se quedó con este apodo, más que nombre,
porque de cachorro era eso "muy trasto" pues revolvía por toda la
casa cuando ella dormía, o había tenido que salir a la calle, con todo el frío
del invierno, a buscarle porque se había ido corriendo detrás de cualquier otro
animalillo, era así con frecuencia, ella le quería más cada día que pasaba
pero, en ocasiones, cuando estaba muy cansada por el trabajo, se plantaba
delante de él, le hacía sentarse, doblando las patitas traseras y le regañaba,
aunque no entendiese todo lo que le decía, Trasto miraba fijamente, no se
movía, si acaso se relamía un poco el hociquillo con la lengua, ladeaba la
cabecita y aguantaba el chaparrón, el desenlace siempre era el mismo, ella le
daba un achuchón y lo cogía entre sus brazos.
El hombre,
por su parte, persona muy sociable y abierta, también pormenorizó sobre su
historia personal, en qué había trabajado para pagarse sus estudios, cómo
cuando mejor le iba la vida la chica que
era su amiga y con la que tenía proyectos de futuro, se tuvo que marchar lejos,
a otro país, sin posibilidad de retorno, al no mucho tiempo enfermó, llegó a
especular sobre la posibilidad de que el origen de su enfermedad fuese
psicosomático, aunque nunca creyó en ello, pues había otros motivos de más
peso.
Ella ya se
había incorporado hacía un rato, tan pronto miraba al hombre como que fijaba la
vista en Trasto, ya se encontraba totalmente recuperada, le invitó a entrar en
la casa, terminó también de contarle su pasado de, igualmente, cómo lo que
tenía que haber sido no pudo ser, con una sonrisa de matiz muy cómplice, se
acercó a él, le cogió de la mano...la escena romántica fue interrumpida por un
momento por Trasto, durante unos segundos reclamó su espacio y, después, se
fue....intuía que debía dejarlos solos.
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