En una nota,
junto a la pequeña ermita, y probablemente de algún romero de cualquier año de estos, había un escrito, sin decir
para quien, pero que se cuenta aquí:
"Dibujos de montañas con sus
cumbres blancas, dibujos de árboles con largas ramas, dibujos de rocas, nubes,
aves y otros animales, de senderos, de cielos, dibujos de personas, mujeres y
hombres andando, charlando o en silencio, sin edad definida, tampoco es
relevante, se habla de hoy o de ayer, de un amigo o una amiga, se habla, a
pesar de ir andando, sin fatiga, dibujos en carboncillo, en acuarela, en
lienzo, en papel, enmarcados o en una pared, dibujos a trasmano o hechos con
mucha fe.
Es temprano, aún tengo tiempo, hasta
que empiece a caminar, para recordar que anduve por estas y otras sendas, a
veces no quería avanzar, solo quería soñar, abrazar ilusiones, canturrear
canciones, sentirme acompañado por el viento y escuchar sus susurros de
aliento.
Estoy en Miraflores antes denominada
Porquerizas hasta que, puede ser o no, la reina Isabel de Borbón -esposa de
Felipe IV- de camino en un mes de noviembre hacia El Paular y al contemplar una
pradera de flores dijo la expresión "¡Mira flores!.
Ahora me envuelven multitud de
colores, también en su momento el olor de la hierba recién cortada me hacía
pensar, sentir, añorar que de niño corría por el campo, saltando sin saber por
qué, probablemente por ser un niño al que gustaba correr, saltar y al aire,
acariciar"
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