Un día se puso a dejar correr la vista por su entorno, sentado en el
comedor de su casa, relajado, miraba los cuadros, el reloj de pared que estaba parado,
un adorno de otro país, unos trofeos en la estantería, una foto familiar...momentos.
El reloj no funcionaba hacía tiempo, no lo activaba a intención, marcaba
las doce, las dos agujas ahí, superpuestas, ¿mediodía o medianoche? ¿o el valor
era el número doce?...momentos.
El piso era antiguo pero bien cuidado, era como ambivalente, pues lo mismo
reflejaban el paso del tiempo que una cierta actualidad, convivían lo antiguo
con lo moderno, dentro de ello estaba su perro, de cualquier edad, tranquilo,
siempre a su lado, tumbado como corresponde a este tipo de animal, la mirada típica
también, como si estuviese viajando en el tiempo, reflexiva, se diría que
esperando un movimiento, una instrucción, así cada cierto tiempo, giraba el
cuello para observar a su amo mientras daba un lengüetazo y volvía a su postura
anterior, él también, de vez en cuando, bajaba la vista discretamente y se
fijaba en el perro, inmóvil cual estatua posada en el suelo....momentos.
En las ventanas había algún tiesto, las plantas eran geranios, los regaba a
diario, echaba poco agua pero aún así era más que el empeño en hacerlo, parecía
que había sido una herencia no un deseo, alguna vez pensaba en sustituir al
menos las plantas, no quitar los tiestos, pues hacían de pantalla para evitar la
mirada de alguien indiscreto, pero, para qué cambiar, se decía, si con ello
solucionase algo lo haría, pero sabía que no iba a avanzar nada....momentos.
De fondo sonaba música de la catalogada como Clásica, aunque en otras
ocasiones también oía a algún clásico del Blues, del Rock o algunas Baladas, casi
siempre en idiomas que no entendía, pero decía que le bastaba en ocasiones la
melodía, en ocasiones el tono de voz, en ocasiones el simple golpeteo rítmico
de la batería. Estaba escuchando la cuarta sinfonía de Mahler, no era su
compositor preferido pero quería oír la voz de la soprano, entre los
compositores que más solía escuchar estaba Hydn, sus sinfonías, para él, eran
el camino más directo para conectar con este tipo de música, aunque también
escuchaba con frecuencia La Sinfonía Fantástica de Hector Berlioz, compositor
francés, pero ahora no quería oírla....momentos.
Tenía un libro en las manos, lo leía casi con más devoción que atención,
era una novela actual de un autor famoso, uno de esos libros prestados que
hacen el camino de ida pero no el de vuelta, suelen quedarse trasnochados junto
con otros propios que, o bien no fueron leídos o bien no fueron de una lectura
con el mayor agrado. El tema del libro le resultaba interesante, con
resonancias personales...momentos.
El aire de la habitación estaba impregnado del olor de un ambientador, en
otro tiempo de olor a tabaco, quedaba un cenicero que desde hace tiempo no
cumplía esta función, ya no hospedaba colillas en ocasiones de tabaco rubio y
en otras de tabaco negro, en días festivos de algún puro....momentos.
Pasadas unas horas se levantó, estando parado, de pie, fue girando la
cabeza, recorriendo ese abanico de momentos que eran parte de su historia
personal, de esos recuerdos que, lo mismo añoraba como que los dejaría ir de la
mano del viento.
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